Calienta la leche: Vierte el litro de leche en una olla grande y caliéntala a fuego medio. Remueve constantemente para evitar que se queme o se adhiera al fondo de la olla. La leche debe alcanzar unos 85°C, o estar caliente al tacto, pero sin hervir.
Añade el vinagre o el jugo de limón: Una vez que la leche esté caliente, retírala del fuego y añade el vinagre o el jugo de limón, removiendo suavemente. Notarás que la leche comenzará a separarse en cuajada y suero. Si esto no sucede después de unos minutos, puedes agregar un poco más de vinagre o limón.
Deja reposar: Cubre la olla con un paño limpio y deja reposar la mezcla durante unos 10-15 minutos para que la cuajada se forme completamente.
Separa la cuajada: Coloca un colador grande cubierto con una gasa o paño fino sobre un recipiente. Vierte la mezcla de leche a través del colador, permitiendo que el suero se drene. Puedes reservar el suero para otras recetas, como pan o batidos.
Exprime el exceso de líquido: Junta los extremos de la gasa y presiona suavemente para eliminar el exceso de suero de la cuajada. Si prefieres un queso más seco, puedes dejar la cuajada escurriendo durante más tiempo.
Añade sal: Transfiere la cuajada a un bol y añade la sal. Mezcla bien para asegurarte de que el queso esté uniformemente sazonado.
Moldea el queso: Si deseas un queso más compacto, coloca la cuajada en un molde o recipiente y presiona ligeramente. Puedes cubrirlo con una tapa y dejarlo reposar en la nevera durante unas horas antes de servirlo.