Calabacitas Empanizadas: Crujientes, Doradas y Llenas de Sabor de Hogar

Introducción a la Calabacitas Empanizadas
Hay recetas que nos abrazan con su sencillez y nos recuerdan la cocina de la abuela: las Calabacitas Empanizadas son una de ellas. Este plato humilde tiene raíces en la cocina casera de muchos países hispanos, donde la calabacita o calabacín se aprovecha en su punto justo de ternura para convertirse en un bocado crujiente por fuera y jugoso por dentro. No es solo una guarnición: es un aperitivo, un antojo de tarde, o el acompañante perfecto para una mesa familiar.
Culturalmente, las calabacitas se vinculan con la temporada de huertas, cuando los jardines rebosan de verduras frescas. Empanizarlas fue, desde siempre, una forma cariñosa de celebrarlas: capturando su textura suave y su sabor delicado con una corteza dorada que estalla al morder. En muchas casas, este platillo marcaba el comienzo de una comida compartida, entre risas, mantel de cuadros y jarra de agua fresca con rodajas de limón.
Quien prueba unas buenas Calabacitas Empanizadas descubre que, pese a su aparente simpleza, hay detalles que las vuelven memorables: el grosor del corte, el sazonado justo, el orden del empanizado y la temperatura del aceite. Con esos cuidados, cada rebanada queda perfectamente cocida y con una cubierta que no se desprende. Hoy te enseñaré a prepararlas como lo haría una abuela paciente y amorosa, para que llenes tu cocina de aromas dorados.
